
Hace 8 meses la vida cotidiana nos sorprendió con una infausta noticia. Un camarero de nuestro bar habitual había tenido un aparatoso accidente de tránsito y se debatía entre la vida y la muerte. Al instante, un montón de ideas se agolparon en mi cabeza: este chico tiene mi edad, es afable, acaba de ser padre por segunda vez, es enormemente atento, acaba de comprar un piso, nos divertimos tantas veces pinchándonos por nuestra rivalidad futbolística, joder, ahora que España parece que sí va a ganar el Mundial…
Esta semana lo hemos vuelto a ver detrás de la barra. La gente entraba a abrazarle, a besarle, llenos de alegría le dábamos la bienvenida. Todo seguía igual, su amabilidad, su atención y su sonrisa. Esta semana, los vinos, las cañas, las cocacolas y hasta los cafés fueron para celebrar su vida de resistente a una larguísima rehabilitación.
Yo pongo mi copa en alto, celebro su sonrisa, la vida que se abrió paso. Lo del Mundial, eso sí que habrá que repetirlo.
**Tengo una muy buena fotografía donde nuestro querido camarero brinda con el cava en alto por el triunfo del Barça en la Champions del 2009. Pero he decidido reservarla por si la liga se pone difícil y tengo que utilizarla ;D