LAS FLORES DEL MAL de CHARLES BAUDELAIRE dedica una serie de cinco poemas al vino. Siendo que por primera vez me acerco a ellos en su idioma original, no puedo resistir la tentación de compartir estos seductores textos sobre el vino. Para no agobiar, me propongo presentarlos por separado, uno cada vez, he aquí el primero.

L’âme du vin
« Car j’éprouve une joie immense quand je tombe
« Entends-tu retentir les refrains des dimanches
« J’allumerai les yeux de ta femme ravie ;
« En toi je tomberai, végétale ambroisie,
EL ALMA DEL VINO / Una noche, el alma del vino cantó en las botellas: / “¡Hombre, hacia ti elevo, ¡oh! querido desheredado, / Bajo mi prisión de vidrio y mis lacres bermejos, / Una canción colmada de luz y de fraternidad! / Sobre la colina en llamas, yo sé cuánto se requiere / De pena, de sudor y de sol abrasador / Para engendrar mi vida y para infundirme el alma; / Mas, no seré ni ingrato ni dañino, / Pues que experimento un regocijo inmenso cuando caigo / En el gaznate de un hombre consumido por su labor, / Y su cálido pecho es una dulce tumba / En la cual me siento mucho mejor que en mis frías bodegas. / ¿Oyes resonar las canciones dominicales / Y la esperanza que gorjea en mi pecho palpitante? / Los codos sobre la mesa y arremangado, / Tú me glorificarás y te sentirás contento; / Yo iluminaré los ojos de tu mujer arrebatada; / A tu hijo le volveré su fuerza y sus colores / Y seré para ese frágil atleta de la vida / El ungüento que fortalece los músculos de los luchadores. / En ti yo caeré, vegetal ambrosía, / Grano precioso arrojado por el eterno Sembrador, / Para que de nuestro amor nazca la poesía / Que brotará hacia Dios cual una rara flor!”
De este poema me atrae especialmente la idea de que el vino nace sin alma y que esta le es insuflada al entrar en el cuerpo del hombre. Por ello, el vino, pleno de nueva vida es quien habla y le rinde homenaje al hombre, le promete, a cambio de su glorificación -como si fuese un Dios- encender a su mujer y fortalecer a su hijo y al atleta débil. Y finalmente, vaticina un retorno, el vino que nació de la uva, procedente de la tierra, vuelve a ser sembrado en el hombre y de esa unión amorosa, nacerá una poesía excepcional, plena de fervor a Dios.
Una idea apreciada por Los Modernos era que la creación bajo estados alterados de consciencia abría una suerte de espacio metafísico de comunicación. Ese hombre al que el vino llama “déshérité” porque ha perdido la posibilidad de transitar de uno a otro polo del mundo, y, con ello, su posibilidad de trascendencia, cuando se emborracha, pleno de “l’âme du vin” que, a su vez, ha cobrado vida en su interior, se hace sabio y vidente, capaz por ello de escribir poesía divina.
Visto así, cuando los sobrios creen que el que se emborracha pierde, yerran por completo en su juicio…
La traducción del poema está tomada de: http://www.geomundos.com/cultura/poemancipado/documentos.html