sin más tercero que el vino,
mientras el ala de la tiniebla nocturna
se abría suavemente.
Era una muchacha sin cuya vecindad
perdería la vida.
¡Ay de ti!
¿Es que es pecado este anhelo de vivir?
Yo, ella, la copa, el vino blanco y la oscuridad
parecíamos tierra, lluvia, perla, oro y azabache.
Ibn Hazm de Córdoba
(Córdoba, 994 – Montíjar, 1063)